"La primera clienta a la que se lo hice, cuenta Araceli, me echó un broncón descomunal. La señora había pensado hacer unos jureles esa mañana pero, claro, cuando los fue a meter en la bolsa se dio cuenta de que pesaban más de la cuenta. Su primera reacción fue contra los compañeros de pescadería, pero cuando se dio cuenta de que toda la compra se había transformado, a punto estuvo de liarse a hostias conmigo."
Desde ese momento largas colas de personas se alinean durante el turno de Araceli ante su caja, y en la puerta del establecimiento se ha instalado un mercadillo improvisado de oro, en el que unos cuantos cambistas intentan atraer a los clientes hacia sí y sus balanzas con unos recargados carteles anunciadores.
Los responsables de la tienda están muy orgullosos de su empleada y afirman, sin ambages, que gracias a ella van a superar los objetivos de venta anuales. Por otra parte, hay quien no ve con buenos ojos esto que está pasando. Nos referimos a los mercados internacionales de materias primas en los que, nada más conocerse la existencia de Araceli y su poder de transmutación, la cotización del oro comenzó a caer de forma escandalosa. Asimismo, la Asociación de Alquimistas de España la ha amenazado, a través de un comunicado de prensa, con demandarla ante el Tribunal de la Competencia por comportamiento desleal.
En cualquier caso, parece que Araceli sólo es capaz de convertir en oro cuando está sentada en su caja del súper, no pudiendo lograrlo en ningún otro lugar, según afirma ella misma. Aunque, también es cierto que sabemos que ha recibido una suculenta oferta de trabajo de Carrefour.
Foto: sondeoeconomico.com
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